Lara y su familia (Partes I y II) - Por Marta Belucci

Lara y su familia (I)

Entraron Teresa y Ana a la primera de numerosas audiencias. Explicamos el procedimiento de la mediación y concedimos la palabra a Teresa.
En voz alta y muy desenvuelta dijo: “Yo pedí esta mediación para aclarar y ordenar bien todo lo relativo a mi nieta. Por eso cité a Ana, mi hija y madre de Lara, y a Luis, el padre, quien hoy no pudo venir por razones de trabajo pero está muy interesado en que ordenemos la vida de Lara porque desde hace tiempo está a nuestro cuidado, aunque yo soy la que más me ocupo de todo lo de ella”. Aclaró que su esposo Raúl no pudo asistir, que lo haría si había otra audiencia.
Mientras su madre hablaba, Ana -sentada distante de ella- la miraba y la escuchaba con actitud apocada. “En esta mediación el tema a tratar es Delegación del Ejercicio de la Responsabilidad Parental”, dijimos, procurando ser escuchadas por ambas y le preguntamos a Ana si ella estaba de acuerdo y qué pensaba del pedido de su mamá. Asintió con la cabeza; entonces decidimos hablar en reunión privada, explicando a Teresa que después haríamos lo mismo con ella.
Ana dijo que con Luis nunca convivieron, que ella siempre vivió con sus padres en su casa y dependía económicamente de ellos. Cuando Lara nació, Ana consideró que debía trabajar para el mantenimiento de la niña; no obstante, afirmó que Luis siempre estuvo en contacto con su hija y pendiente de sus necesidades.
Ana contó que sus trabajos eran irregulares y poco remunerados. Su mamá cuidaba a Lara y decidía muchas cosas sin consultarla. Ella siempre entendía que era por el bien de su hija, pero a veces se sentía molesta como mamá. Dijo que su madre siempre fue una persona fuerte y pocas veces cambiaba su opinión respecto a algo. Explicó que hace tres años consiguió un trabajo “en blanco”, con horarios rotativos y bastante lejos de su casa. Decidió aceptarlo e irse a vivir sola al no poder alquilar una casa en la que Lara estuviera cómoda. Habló con Luis y con sus padres, quienes la acompañaron en la decisión. También explicó a Lara la situación.
Acordaron con Luis algunos días de la semana en los que Lara estaría con él y dormiría en su casa. Todos los otros días ella, a la salida del trabajo, iba a ayudarla en sus tareas escolares o acompañarla al médico.
Ana, preocupada y emocionada, nos preguntó si ya no tendrían derechos como sus padres, si ella y Luis firmaban perderían a Lara. Le explicamos que ellos no perderían ni los derechos ni las obligaciones que les establece la ley y que siempre, aun bajo el cuidado de los abuelos, debían participar en su vida. Sugerimos que era conveniente consultar a un abogado de Familia para que la asesore y aclare sus dudas, lo que nosotros no podíamos hacer. Estuvo de acuerdo.
En reunión privada con Teresa se mostró muy deseosa de dejar por escrito que su esposo y ella estaban al cuidado de Lara, en el primer año del secundario, y que se le hacía difícil tomar decisiones, por ejemplo en la vida social de su nieta. Le dijimos sobre la conveniencia de consultar con un abogado de Familia.
Con la autorización y colaboración de sus padres, Lara asistió a la audiencia alegre, conversadora. Contó que vivía muy bien con sus abuelos, que tenía un trato de confianza con ellos (más con Teresa en algunas cosas) y que se llevaba muy bien con su papá.
Afirmó que le gustaría vivir con su mamá porque ahora siente que su abuela es un poco exagerada en sus cuidados. Sabía que por el momento no podía vivir con su mamá. Que quería mucho a sus abuelos, que estaba contenta de vivir con ellos, que le gustaba su casa; con su papá y su pareja manifestó llevarse bien, pero que le gustaba más estar a solas con su papá.

Publicado en Comercio y Justicia (27/06/2019)

Lara y su familia (II)

En la entrega anterior presentamos este caso, del cual brindamos un resumen: Teresa y Raúl son los padres de Ana y abuelos de Lara (13); siempre vivieron todos juntos. Teresa pidió la mediación, cuya causal de remisión fue “Delegación del ejercicio de la responsabilidad parental”. Se realizaron varias audiencias. Citó a su hija y a Luis, el padre de su nieta. Raúl también fue a las audiencias.
Teresa explicó que el motivo de su pedido era ordenar todo lo relativo a Lara, quien estaba a su cuidado y de su esposo desde hacía tres años. Ana, en reunión privada, dijo que siempre dependió económicamente de sus padres y que cuando nació Lara se buscó un trabajo para satisfacer las necesidades de la niña. Ella y Luis no convivieron, pero que él siempre estuvo presente en la vida de Lara. Desde hace tres años Ana vive sola porque encontró un trabajo fijo. Lara siguió viviendo con sus abuelos, ya que la vivienda de su madre no se adaptaba para ellas dos.
Reconoció la generosidad de sus padres por el amor y cuidados a Lara, también el carácter fuerte de su madre. Entendía su pedido y preguntó que si al firmar, Luis y ella perderían a Lara como su hija. Destacamos que siempre serían sus padres y tendrían los derechos y obligaciones que como tales les acuerda la ley.
Reunidos con Teresa, repitió su deseo de dejar por escrito todo lo relativo a su nieta. Con la autorización y colaboración de sus padres hablamos con Lara, desenvuelta, alegre y comunicativa. Estaba conforme de vivir con sus abuelos, dijo que sabía que la querían mucho y por eso su abuela exageraba sus cuidados; que con su papá se llevaba muy bien y que le gustaría vivir con su mamá, quien le había prometido que pronto sería posible.
Continuando con el relato, en la audiencia Luis brindó absoluta comprensión y colaboración; ya
había consultado a un abogado y por eso se presentaba con confianza y compartía al pedido de Teresa y Raúl; lo consideraba una buena oportunidad para la tranquilidad de todos los que son parte de la vida de Lara. Dijo que sabía que lo que se firmaba era por un año, que entendía que Lara estaba en una edad difícil, la preocupación de Teresa y Raúl y que necesitaba reforzar su comunicación con Ana.
A otra audiencia concurrió Raúl, el abuelo. Se manifestó alegre, cordial, comprensivo de la necesidad de Ana de independizarse económicamente, de la alegría que en la casa brindaba su nieta -que es la única, según aclaró-, pero que necesitaban ordenar las cosas legalmente porque dijo: “Es mucha responsabilidad; a veces hay que tomar decisiones de una salida, de una excursión o de llevarla al médico y darle algún remedio, entre otras cosas. Y también ordenar lo de los gastos”. Dijo que ya habían consultado un abogado, que estaban tranquilos y más seguros.
A otra audiencia, concurrieron los cuatro e hicimos una reunión conjunta. Fue extensa pero satisfactoria para todos. Conversaron con respeto, eufóricos por momentos. Les pedimos que se solicitaran entre sí aquellas cosas que necesitaban respecto a Lara y que consideraban que el o los otros podían tener. Teresa les pidió a Luis y Ana que tuvieran con ellos una comunicación más frecuente y más colaboración en las cuestiones de Lara. “Es por su edad, a veces nos pide cosas que nos cuesta decidir”, dijo.
Ana en esta reunión se presentó con una actitud más segura, se la escuchó más y con firmeza. Explicó que la consulta con un abogado le aclaró dudas y le dio una mirada positiva del presente y del futuro con su hija. Y le pidió a Teresa que no se apresurara a decidir sobre ciertas cuestiones, que le consultara a ella o a Luis y que Lara debía aprender a esperar sin exigir respuestas inmediatas, que ella lo hablaría con su hija.
Prometió conversar más con sus padres y con Luis también, ya que ambos reconocieron que en esta etapa de la vida de Lara ella los necesitaba unidos como sus padres. Luis y Ana acordaron con Teresa y Raúl una prestación alimentaria mensual para Lara; y por su edad decidieron continuar con el modo de contacto que estaban realizando, acordando con previo aviso alguna modificación. Así se hizo el acuerdo.
Consideramos muy positivo para el desarrollo de la mediación que las partes hicieran las consultas individualmente con un letrado. Esta situación les despejó dudas, los fortaleció a la hora de plantear sus requerimientos en la mediación y les hizo ver que los cuatro, desde diferentes lugares, en este momento formaban parte de la vida de Lara. Surgió claramente que todos y cada uno, sabía ahora cuál era su función, que todos necesitaban de todos, que la conversación era una herramienta fundamental.
Mientras hablaban se los veía como un equipo en el cual el ingrediente esencial: el amor por Lara, los motivaba e impulsaba hacia los mejores logros para ella.
* Abogada, mediadora
Publicado en Comercio y Justicia (04/07/2019)

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