Crónicas desde Senegal: cómo es convivir con dos, tres y cuatro esposas
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Crónicas desde Senegal: cómo es convivir con dos, tres y cuatro esposas


Uno de los mayores desafíos que tenemos los mediadores es escuchar sin juzgar el relato de las partes, ya que es su realidad, lo que ellos viven, y nuestro rol nada tiene que ver con determinar lo que está bien o está mal. Esto, independientemente de la cantidad de prejuicios y pensamientos que en un segundo se nos cruzan por la mente al escucharlos.
Por eso repito una y mil veces que para mí “la neutralidad” no existe, siempre vibramos con lo que ocurre en una audiencia, de lo contrario no podríamos “generar la empatía” necesaria para que la persona nos abra la puerta de su vida. La importancia radica en advertir si, a pesar de ello, podemos o no mediar, lo cual implica sincerarnos con nosotros mismos.
Con este desafío, les invito a conocer cómo es la vida más allá del Atlántico, en un mundo tan distante y desconocido para la mayoría de nosotros.
En África se entiende por poligamia el matrimonio constituido por un hombre y más de una mujer y aquí existe desde hace bastante tiempo. La practican cristianos y musulmanes; el Islam lo que hizo fue regularizar la situación, limitando el número de mujeres a cuatro y estableciendo la obligación al esposo de mantener económicamente a todas por igual, aunque ellas trabajen fuera del hogar y perciban un sueldo. Para el afuera todo tiene que verse igual, ser equitativo, evitando así ataques de celos y enfrentamientos que quiebran el orden.
Ese “orden” es clave y se respeta a rajatabla, se ve reflejado en cada acto de la vida cotidiana, tan es así que, al momento de servir el té verde con menta, jengibre y clavo de olor -que aquí es costumbre como lo es el mate en nuestro país-, se comienza por la primera esposa, aunque sea menor en edad que la o las otras.
Del mismo modo, si hay que hacer un viaje familiar, es ella quien va adelante y también es ella quien puede ceder su lugar a la segunda, dependiendo del tipo de relación que tengan. Pero el fuero íntimo y los sentimientos quedan reservados para cada uno.
Es importante dejar en claro dos aspectos fundamentales. El primero tiene que ver con que la poligamia es una posibilidad y no una obligación; por ejemplo, de los cinco hermanos de mi esposo, sólo uno tiene dos mujeres.
El segundo hace referencia a la libertad que tiene la mujer de entrar y salir de un sistema así.
Muchas veces me han consultado si es factible el divorcio. Existe, claro, porque uno no se casa para hacerse la vida imposible, pero se acude a él en última instancia. Es por ello que la vida en comunidad es vital, la familia sigue siendo la institución principal y todo gira en torno a ella.
Una pareja de recién casados vive en la casa familiar los primeros años, para aprender a gestionar el matrimonio, la casa y los conflictos que puedan suscitarse. Normalmente las esposas se conocen, ya que en la mayoría de los casos son parientes (primas, tías y sobrinas…) y generalmente viven en la misma casa, comparten la vida diaria, las tareas del hogar, la crianza y la educación de los niños. Éstos crecen juntos como hermanos, no existe la figura del “medio hermano”.
Se trata de generar un clima armónico, teniendo como foco el bien de todos aunque decidan vivir en viviendas separadas, en cuyo caso es el marido el que va de casa en casa.
Por supuesto que hay situaciones conflictivas también en esas familias en las cuales las esposas se llevan bien, y el rol del “mediador familiar” puede recaer en el marido, quien deberá conducirse con la mayor imparcialidad posible para evitar que la situación se agrave aún más. Si ello no le resulta viable, se acude al más antiguo de la familia, sea el abuelo o abuela, ya que tiene la “sabiduría de los años”.
Convoca a los involucrados, escucha sus relatos y toma una decisión.
Hace el seguimiento, incluso se queda a dormir en la casa uno o dos meses, hasta que las aguas retomen su curso. Es fundamental el respeto a los mayores.
En definitiva, como dije al comienzo, estoy contando cómo es la vida en esa parte del mundo, sin juzgar y seguramente en nuestra cabeza habrán aparecido infinitos pensamientos, como me ocurría y sigue ocurriendo en este lugar que tiene modos de pensar, sentir y actuar tan distintos a los nuestros.
Como mediadores tenemos que aprender a chequearnos constantemente y estar alertas a nuestros prejuicios frente al relato de las partes.
* Mediadora intercultural
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